Free counter and web stats

jueves, 25 de septiembre de 2008

De 'Sobre Ruedas' a 'DeusExMachina' (2004-2008)

Hacer una tira para minusválidos es extremadamente complicado. Estuve, junto con Julio Cappa (su blog es nuestro primer y, hasta ahora, único enlace), realizando las tiras cómicas de ‘Sobre Ruedas’ para las revistas ‘Discasur’, ‘Vado Permanente’ y ‘EM’, todas ellas centradas en el mundo de la discapacidad desde 2004 a 2007 y, aunque fue una experiencia muchas veces divertida, terminó por convertirse en algo frustrante (en aquel tiempo yo firmaba como ‘Pezzi’ como veréis en las tiras).

‘Sobre Ruedas’ partía de una idea sencilla: mostrar que una silla de ruedas no es un ancla para llevar una vida plena a poco que el mundo que rodea a los discapacitados sea un poco más accesible para ellos. El protagonista era Leo, un universitario discapacitado con un gran número de inquietudes, entre las que destacaba su pasión por los deportes de riesgo (en la serie llegó a realizar puenting, equilibrismo, half-pipe...), y un optimismo y motivación mayúsculos. Su mejor amigo era Julio (alter ego de Julio Cappa) que contrastaba con Leo: sin estar discapacitado era una persona anodina, sin intereses, cínico, retraído y rara vez tomaba alguna decisión arriesgada si no era porque Leo le empujaba a ello.
La tira comenzó bien y preparé unos cuantos temas sobre los que hablar pero al principio no me preocupé mucho por la previsión ya que el ritmo de la serie era muy lento para lo que se espera de una historieta continuada ya que debíamos entregar una tira al mes y una página cada trimestre. Aún así,la periodicidad de la publicación provocó que aparecieran los primeros problemas. El lector que siguiera ‘Sobre Ruedas’ iba a leer doce episodios, de tres o cuatro viñetas, y cuatro páginas en un año, cuando lo normal es que en cualquier otro cómic (por ejemplo, los publicados en periódicos) se llegue a ese número en apenas dos semanas si se hace una tira diaria y una página completa los domingos. Incluso las publicaciones semanales (historietas albergadas en cualquier tipo de revista o los semanarios dedicados exclusivamente al cómic, como ‘El jueves’) pueden disfrutar de cuatro páginas mensuales, lo que permite una continuidad para el lector y los personajes infinitamente mayor que la que nosotros teníamos para desarrollar las tramas.

Así, pocas veces podía centrarme en la personalidad de Leo y Julio, algo muy necesario para desarrollar gags más divertidos y que funcionen mejor (si un personaje recibe, por ejemplo, un tartazo, no es lo mismo si previamente el lector conoce que la víctima es alguien pusilánime o si es el tipo de persona que responderá con una dura venganza) ya que si una vez al mes alguien lee una publicación sobre discapacidad y se encuentra un gag sobre por qué a Leo le gusta más la mostaza que la mayonesa, por muy gracioso que sea el chiste, no entenderá qué pinta un tema así en un lugar como ese, por mucho que mostremos que el protagonista va en una silla de ruedas. Parecerá que la silla es algo gratuito y que se desaprovecha la condición de discapacitado para hacer algo con ella al respecto, es decir, que Leo no cambiaría su discurso si pudiera caminar normalmente y correr una maratón, por lo que entonces ¿qué sentido tiene realizar una tira cómica sobre un discapacitado si no voy a tratar el tema? Porque, aunque yo supiera que el chiste de la mostaza y la mayonesa (quiero dejar claro que un chiste así nunca existió ni fue publicado por nadie, gracias a dios) es una preparación para una trama posterior que desencadenará un gag-denuncia brutal sobre los impedimentos que los discapacitados sufren por culpa de una sociedad desmemoriada y que, además, resultaría tronchante, no tendría tiempo de rebatir al lector su imagen sobre la serie, ya que tardaría un mes en mostrarle lo equivocado que estaba y para entonces habría olvidado, seguramente, la tira anterior.¿Qué solución me quedaba? Pues podía optar por eliminar casi cualquier atisbo de personalidad de los personajes y centrarme en hacer gags referentes a la discapacidad o confiar en mi talento natural (¡Ja!) para conjugar en sólo tres viñetas al mes un chiste comprometido con la causa y que además mostrara el interesante temperamento de los protagonistas, algo que es extremadamente difícil de hacer y que acota el campo de temas posibles de forma exponencial. Es decir, no sólo me obligaba a hacer únicamente chistes sobre minusvalías sino que sólo lo haría siempre y cuando pudieran mostrar algo de la forma de ser de Leo y Julio.

Esta decisión agotó la serie.

Al limitar tanto el posible radio de acción, los guiones se fueron encaminando a hacer sólo crítica social, que era el campo donde se podían observar los diferentes puntos de vista de los dos protagonistas principales. No estaba mal ni fuera de lugar, pero es que las revistas en las que publicábamos ya se encargaban de eso, de señalar las carencias que sufren los discapacitados y de cómo solucionarlas por lo que en principio nunca se nos ocurrió plantear la serie como un elemento de denuncia (aunque también la contempláramos de vez en cuando) sino como un instrumento con el que simplemente divertir mediante el punto de vista de alguien que está en una silla de ruedas.
Como los personajes dejaron de ser divertidos para Julio y para mí, hablamos con Gonzalo Rivas (la primera persona que confió en nosotros para hacer un cómic y secretario de la Confederación Andaluza de Discapacitados Físicos y Orgánicos) y decidimos dejar de hacer ‘Sobre Ruedas’ después de tres años de colaboración.

Durante el año y medio sin publicar en ‘Discasur’ pensé repetidas veces en cómo podría llevar a buen puerto una tira centrada en el mundo de la discapacidad y llegué a una conclusión (a la que me ayudó, con un par de sus artículos, el escritor Javier Marías): no existe nada mejor que la ficción para contar una verdad, porque la realidad, la pobre, carece de motivaciones y, lo más importante, de estilo. Una ficción es incontestable pues es el punto más subjetivo que existe y por ello, extrañamente, el mejor y más aceptado por todos, ya que nadie espera de ella objetividad (algunos sí y así les va, todo el día escribiendo cartas al director y haciendo cosas semejantes). De una ficción no importa lo que es cierto y lo que no pues el espectador o lector asume que durante la lectura o el visionado de ésta va a ser engañado y que él va a hacer lo posible por creérselo. Y cuando la ficción termine él seguirá pensando que, en aquel mundo vivido durante un tiempo, todo fue cierto y que allí ciertas cosas sí pueden tener sentido a pesar de que en la realidad no lo tengan y de que él no vaya a creerlas nunca más y haga lo posible por mantener su convicción.Así, decidí que para contar algo tan complicado como es la discapacidad alejaría la historia de la realidad tanto como pudiera. No haría un personaje que cualquiera pudiera cruzarse por la calle y que a muchos recordara a un pariente, a un amigo o a un dependiente de una tienda. Porque cuando las características de un protagonista de una historia de ficción son semejantes a las de muchas personas se corre el riesgo de que a muchos les parezca ‘falso’ en su forma de comportarse. Por ejemplo, Leo era un chico en silla de ruedas, universitario, inteligente, con cierto atractivo físico y simpático, cualidades muy generales para la gente que leía la publicación (salvo por lo de la silla porque, para los que no sufren una discapacidad, conocer a gente discapacitada puede ser algo llamativo o diferente, pero para los lectores de ‘Discasur’ y ‘Vado Permanente’ desde luego que no) los cuales siempre podían pensar que le ‘conocían’ perfectamente: “Oh, un chico así jamás haría puenting, no tiene sentido ese chiste” o “¿Por qué está tan contento? Se está meando y no hay baño para minusválidos en ese bar. Es una tragedia y no tiene ninguna gracia reírse de una situación así”.
Por tanto tomé la decisión de no poner a una persona normal sentada en una silla de ruedas, no ya por lo que he explicado sino también porque así su mundo sería más amplio y me daría más posibilidades de exploración en busca de los gags. Pero ¿a quién pongo en una silla? ¿A un mutante, a un superhéroe, a Goku, a un pulpo con hombreras ochenteras? (Todas esas posibilidades fueron sopesadas, es cierto y asumo mi responsabilidad.Lapidadme si lo creéis necesario). Hasta que me vino a la cabeza el concepto “Deus ex machina”, que significa, literalmente, ‘Dios surgió de la máquina’. Es un concepto filosófico con muchas diversificaciones y curiosamente se utiliza para denominar las incoherencias de un guión, cuando ocurre algo porque sí y porque al guionista le viene bien para desarrollar la historia, como un eclipse repentino que evita que la pira donde está el prota se encienda con los rayos del sol, o cuando llegan unos refuerzos inesperados al campo de batalla y sin los que hubiera sido imposible ganar, o ese cristal roto que se encuentra justo a diez centímetros del héroe atado con cuerdas a una silla. A todo eso se denomina un ‘Deus Ex Machina’, porque en el teatro griego, cuando había una situación irresoluble, era común el que una grúa se encargara de introducir a un actor que hacía de Dios, como si viniera del cielo, para que resolviera la disputa.
Así que la idea de que “Dios surgió de la máquina” me pareció muy jugosa: La máquina sería la silla de ruedas y crearía un personaje-Dios cuya personalidad partiría de ahí. Pero no tendría que explicar mucho de su idiosincrasia pues todos tenemos un concepto humanizado de Dios relativamente cercano (al menos del Dios cristiano, pero es el que tendrán la mayoría de los lectores de la revista, o al menos así me lo parece a mi) no sólo gracias a la Biblia sino a la gran cantidad de imitaciones, críticas y parodias hechas durante toda la Historia.
Perfecto entonces. Ya tenía el personaje, Dios en silla de ruedas. ¿Pero por qué está en silla de ruedas? Tendría que explicarlo en las tiras pero seguramente sería algo bastante complicado el tratar con coherencia el tema. Así que haciendo un guiño al que sería el título de la tira introduje un ‘Deus Ex Machina’ en el guión: Dios tendría gota y ¿por qué, si Dios es omnipotente e inmutable? Pues porque sí, y ya está. No hay más que hablar... Así que hice el primer boceto (http://aguilarycasares.blogspot.com/2008/09/primer-boceto-de-deusexmachina.html) y se lo envié a Manolo.

El resto, ya lo estáis viendo en este blog.

Dani Aguilar “Pezzi”

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nice fill someone in on and this fill someone in on helped me alot in my college assignement. Thanks you on your information.